jueves, 13 de mayo de 2010

El día menos pensado

EL DIA MENOS PENSADO


Cuando Ana me llamo, parecía preocupada. No le di mucha

importancia por teléfono por dos razones, la primera, que ella es de las

que se ahogan en un vaso de agua, y la segunda, había moros en la

costa en las dos casas, por lo cual ella solo podía hablar en clave, y yo

debía hablar con mis propias claves, lo que tornaba la conversación en

un galimatías espantoso.


Quedamos en vernos ese mismo día a las cinco de la tarde.


A la hora indicada, me paso a buscar, y nos fuimos a uno de esos

boliches del Parque Rodó, donde se puede hablar tranquila, y nos

sentamos afuera, por lo del “millón de gracias por no fumar”.


Ana no tenía una cara muy alegre, pero como todas las gorditas, tenía

un cutis precioso y además su humor –salvo ese día- era exquisito.

Nunca le oí decir una mala palabra, un insulto, o cualquier otra

grosería, de las que estamos acostumbrados a oír.

Lo máximo que dijo jamás, fue “allez caguer a les malvons”, por lo

Cual cuando se sentó, y dijo “larecontraputisimamadrequelocienmilpario”, todo junto, con

gran énfasis, y sin silabear, casi me desplomo.



¡La puta! – dije, debe de ser bravo para que vos utilices este

vocabulario.

Si, nena, hoy estoy como loca. Ayer estuve como loca, y hasta que esto

no se solucione de una buena vez voy a seguir loca, nerviosa, e

intratable.

Bueno- dije- conta de una vez que me tenes en ascuas.

-Resulta –empezó a contar-, que se pudrió todo con Fernando. A decir

verdad, hace años que esta todo podrido, pero vos sabes como son esas

cosas, “nunca falta un roto para un descosido”, así que estaba todo

roto, pero cada cual en lo suyo, lo íbamos llevando como podíamos.

Pero como el diablo nunca tapa la olla, la semana pasada le dije que

me iba con Graciela a la estancia. Claro que no iba un cuerno a la

estancia, sino que me fui con Gonzalo a Florianópolis. La coartada era

perfecta, porque Fernando odia el campo, el teléfono funciona cuando

quiere, y Graciela estaba avisada, por si las moscas.


En esto llego la moza, y me dio un respiro para poder entender todo el

meollo. Pedimos unos cortados, y esperamos hasta que volvió con ellos.


-En Florianópolis pasamos de película con Gonzalo, el tiempo estaba

soñado, así que hicimos playa, y todo lo demás que fuimos a hacer.

Se ríe, y dice – Mira si lo habré pasado bien, que no fui de compras, ni

una sola vez, te lo juro.
-¿Y entonces que paso?, le pregunto.

Ana suspira, me mira a los ojos, y dice en vos baja:

-El ultimo día, cuando nos estábamos volviendo, y meta reírnos en el

lobby del hotel, por una portuguesada que se mando Gonzalo con el

gerente, siento una mirada.

–¿Viste cuando notas que te están mirando??. Bueno, yo sentí esa

mirada, y me di vuelta, y a quien me encuentro……….


-¡Dale conta que me estoy haciendo la película!


Ana me mira, y me dice, -no se si reírme o llorar. Ahora contarlo es

fácil, pero en el momento, no sabes, quede como estatua de cera. Ahí

mismo, parado detrás mío, estaba Juan Carlos, el hermano de

Fernando con la mujer y los hijos.


-No sabes que papelón. Papelón no, PAPELONAZO con mayúsculas.

Demás esta decir que ni me saludo, el muy estupido. Y además no lo

dieron las piernas para llamar a Fernando y contarle todo. Que

piernas, ni que ocho cuernos, lo llamo del hotel el gran jodido. Mala

persona.

Me entere de esto por Gabriela, la mujer de Juan Carlos, que me llamo

al celular, y me dijo – Ana, el tarado de mi marido llamo al hermano

para pasarle el chivo. Que te sea leve. No puedo hablar más- y me

corto.

-Así que te imaginaras que la vuelta no fue de maravillas. Gonzalo

estaba preocupado, pero en realidad, el problema era mío, no suyo, así

que empecé a hacerme películas, de lo que le habría dicho Juan Carlos,

como estaría Fernando, etc., etc..

-Nosotros teníamos un pacto de “Vive la vida loca”, pero este

encuentro en público fue nefasto.

Justo a este tarado de Juan Carlos, que nunca salio más allá de la

playa Pocitos, por si le robaban el auto o la casa, se le ocurre ir al

mismo lugar que yo.

-Y además seguro, que Fernando le contó a tu marido, así que si te

pregunta algo hace como los tres monitos – ciegos, sordos, y mudos.


-Difícil para Sagitario, le digo. Cuando llamaste, y quedamos en

vernos, tenia parada la oreja, y me pregunto quien era. Como yo

argentina en el asunto, le dije que iba a tomar algo contigo. Me miro

con una cara rara, y movió la cabeza, pero como yo ya no le doy mas

bola a las caras raras ni a los movimientos de cabeza –si quiere hablar

que hable, y si no que calle y no joda, pensé que era porque le había

cambiado el canal, porque ya me tenia repodrida de ver football.

A veces, me gustaría que se callara para siempre, como dicen en las

iglesias, “el que sepa un impedimento que lo diga o que calle para

siempre”, pero.... en fin en todas las casas se cuecen habas.

Fernando ya debe haberle contado con, pero a mi ni mus.


-Sabe que somos muy amigas, así que no te dijo nada. Pero el tema

mayor no es ese. Cuando llegue Fernando estaba sentado en el living.

Los muchachos no estaban.


Me miro y me dijo –Esto ya ha ido demasiado lejos. Ya no podemos

seguir juntos, ni vivir en la misma casa, por lo cual he decidido que

seas vos la te vayas. No quiero ni pensar en que Juan Carlos le haya

contado a toda la familia.

-Eso es lo único que te importa, le dije, el que dirán. Que dirá la

estúpida de tu vieja y los estúpidos de tus hermanos. No me pienso ir a

ningún lado. Además, no creo que vos hayas hecho vida de monje en

esta semana, ni en la anterior, ni hace dos años. Así que como están las

cosas, yo no me voy nada!.

-Después de ese día, no volvimos a dirigirnos la palabra. Antes nos

hablábamos poco pero en forma cordial, después del lío, el dialogo se

corto como con Argentina y las papeleras.

-Pero el muy ruin me jugo una mala pasada. O dos. Hablo con los

muchachos, que son tan hijos de el como míos, y les lleno la cabeza de

basura, de rencor. Ahora son ellos los que no quieren hablar conmigo.

-Y ayer cuando llegue tenia un cedulon. Parece que hablo con alguno

de estos abogados caros y tramposos, y me pide el divorcio por notoria
mala conducta, con posibilidad de perder todos los gananciales, la tenencia de los hijos, y todavía tener que pasarle una pensión alimenticia.
-Te lo podes creer??????

A esta altura del partido yo ya había entendido toda la situación. Y no era fácil.

-Marta – me dijo, necesito tu ayuda. Necesito conseguir una muy buena abogada, y que me salgas de testigo.
-Testigo de que – le pregunté ?.
-Bueno, no se de que, pero ya la abogada me dirá.

-Que te va a decir la abogada, las mentiras que me tengo que aprender de memoria??

- Vos sabes que podes contar conmigo para casi todo, pero no me hagas decir mentiras.
- Habla con tus hijos, no de a uno, sino con los tres juntos. Tus hijos no son tontos y deben saber que Uds. dos, los dos, habían dejado de ser un matrimonio hace mucho tiempo. Que los dos tenían otras vidas. O no es así?.
- Estoy dando por sentado que todo lo que me contaste es cierto, por lo cual la única diferencia fue que te vieron en público, que si bien es importante, no altera demasiado la situación anterior. Si todo esto es así, creo que los chicos te van a apoyar, y pueden hablar con el padre para que todo el tema de la separación sea lo más llevadero y justo posible. Por otro lado nunca me comentaste, que tu relación con Fernando estaba terminada hacia tiempo. Por lo mismo, de que te voy a salir de testigo?.
- De hecho, nunca me comentaste nada personal. Yo era la amiga a la que le pedías prestada ropa, dinero, joyas cuando querías aparentar en los casamientos. Nunca compartimos nada. Solo una amistad social.
Así y todo, podes seguir contando conmigo, pero no voy a enchastrar a tu marido solo porque te amenace con sacarte los gananciales.

Ella me mira. Tiene la mirada cansada.
Tiene la mirada cansada, y los ojos tristísimos, cuando me dice:
-Siempre supe que eras vos la que se acostaba con mi marido. Pero así y todo nunca lo quise admitir en mi cabeza, porque de verdad te apreciaba, y Fernando había dejado de importarme hacia mucho tiempo. Dejo de importarme el mismo día que supe que estaba saliendo contigo. Ese mismo día. Y aun así, no te culpe a vos.

Sonríe tristemente, dice –Gracias por tu tiempo-, se levanta y se aleja por Gonzalo Ramírez hacia el mar.

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